La fiesta de la Entrada Triunfal de Jesucristo a Jerusalén, el Domingo de Ramos, es una de las doce fiestas mayores de la Iglesia. Los oficios de este día siguen en el mismo espíritu que los del Sábado de Lázaro. El templo guarda su esplendor de resurrección, y los himnos continuamente repiten el Hosanna ofrecido a Cristo como el Rey-Mesías que viene en el Nombre de Dios Padre para la salvación del mundo.
El tropario principal de esta fiesta es el mismo que se canta para el Sábado de Lázaro. Se canta en todos los oficios de este día, y en la Divina Liturgia se canta también como Tercera Antífona. El segundo tropario de este día, así como el kontakion y los otros himnos, glorifican la manifestación triunfal de Cristo “seis días antes de la Pascua” cuando se entregará en la Cena y en la Cruz por la vida de este mundo.
Hoy la gracia del Espíritu Santo nos ha reunido. Elevando Tu Cruz, digamos: Bendito sea el que viene en el Nombre del Señor. ¡Hosanna en las Alturas! (1° verso de las Vísperas)
Cuando fuimos sepultados contigo en el bautismo, oh Cristo Dios, nos hiciste dignos de la vida eterna por Tu Resurrección. Ahora Te alabamos cantando: ¡Hosanna en las Alturas! Bendito sea El que viene en el Nombre del Señor. (Segundo Tropario del Domingo de Ramos)
Sentado en Tu trono en los cielos, y llevado en un pollino de asno en la tierra, oh Cristo Dios, aceptando la alabanza de los ángeles y el canto de los niños quienes proclaman: Bendito eres Tú que vienes a restaurar a Adán nuevamente. (Kontakion del Domingo de Ramos)
En la vigilia de la fiesta de Domingo de Ramos, se leen las profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías-Rey, junto al relato del Evangelio que cuenta acerca de la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén. En el oficio de Matutinos, se bendice ramos que los fieles llevan durante la celebración litúrgica como signo de su propia glorificación a Jesucristo como Salvador y Rey. Estos ramos generalmente son palmas, u otra clase de ramo disponible según la costumbre local.
Los fieles que llevan sus ramos y cantan sus himnos al Señor en el Domingo de Ramos, son juzgados de la misma manera que la multitud de Jerusalén. Fueron las mismas voces que exclamaron ¡Hosanna! a Cristo que, pocos días después, gritaron ¡Crucifícale! Así, los fieles, mientras glorifican a Cristo con los “ramos de la victoria”, son sometidos a su juicio y entran junto con Él a los días de Su pasión voluntaria.
El canon del Domingo de Ramos
En el cielo sentado en un trono, en la tierra en un pollino
El canon del oficio del matutino del Domingo de Ramos en la tradición bizantina es atribuido a Cosme, himnógrafo bizantino de la segunda mitad del siglo VII, monje de San Sabas y obispo de Maiouma. El texto retoma el tema de la resurrección de Lázaro: "El Hades todo tembloroso, a tu mandato dejó andar a Lázaro, muerto de cuatro días, porque Tú, oh Cristo, eres la resurrección y la vida: en tí ha sido consolidada la Iglesia que aclama: Hosanna, bendito eres tú que vienes". La Iglesia que con los niños alaba a Cristo es la misma que sobre él, piedra angular, es fundada: "Bebe el pueblo de Israel en la dura roca desquebrajada de la cual a tu mandato brotó el agua: pero la roca eres Tú, oh Cristo, y sobre esta piedra ha sido consolidada la Iglesia".
Algunos troparios del canon subrayan que quien entra humilde sobre un pollino es también el Creador del cielo y de la tierra: "En el cielo sentado en un trono, en la tierra sobre un pollino, oh Cristo Dio, tú has acogido la alabanza de los ángeles y la aclamación de los niños: Bendito eres tú que vienes a llamar de nuevo a Adán del exilio. Viéndote sobre un asno, te contemplaban como sentado sobre los querubines, y por esto así te gritaban: Hosanna en lo alto de los cielos".
El poema pone en paralelo las aclamaciones de los niños en este domingo con su llanto cuando fueron degollados por Herodes: "Porque has encadenado el Hades, oh inmortal, matado la muerte y resucitado el mundo, con palmas te exaltaban los niños, oh Cristo, como vencedor. Los niños no serán más sacrificados por el niño de María ya que por todos, niños y ancianos, tú serás crucificado. La espada no se volverá más contra nosostros, porque tu costado será atravesado por la lanza. Por esto decimos exultantes: Bendito eres tú que vienes a re-llamar a Adán del exilio".
Mons. Manuel Nin
Traducción del original italiano: P. Salvador Aguilera López
LECTURAS
En Vísperas
Gén 49,1-2;8-12: Jacob llamó a sus hijos y les dijo: «Reuníos, que os voy a contar lo que os va a suceder en el futuro; agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel. A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, pondrás tu mano sobre la cerviz de tus enemigos, se postrarán ante ti los hijos de tu padre. Judá es un león agazapado, has vuelto de hacer presa, hijo mío; se agacha y se tumba como león o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo? No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos. Ata su asno a una viña, y a una cepa, el pollino de la asna; lava su sayo en vino, y su túnica en sangre de uvas. Sus ojos son más oscuros que vino, y sus dientes más blancos que leche».
Sof 3,14-19: Así dice el Señor: «Alégrate hija de Sión, grita de gozo Israel, regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén. El Señor ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo. El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti, no temas mal alguno. Aquel día se dirá a Jerusalén: “¡No temas! ¡Sión, no desfallezcas!”. El Señor tu Dios está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta. Acabé con tu mal, con el peso de tu oprobio. En aquel tiempo me ocuparé de todos tus opresores; salvaré a los tullidos, reuniré a los dispersos, les daré alabanza y renombre».
Zac 9,9-15: Así dice el Señor: «¡Salta de gozo, Sión; alégrate, Jerusalén! Mira que viene tu rey, justo y triunfador, pobre y montado en un borrico, en un pollino de asna. Suprimirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén; romperá el arco guerrero y proclamará la paz a los pueblos. Su dominio irá de mar a mar, desde el Río hasta los extremos del país. En cuanto a ti, por la sangre de tu alianza, sacaré a tus prisioneros del pozo donde no hay agua. Volved de la fortaleza, prisioneros de la esperanza. Hoy mismo os lo anuncio: ¡voy a devolverte el doble! He tensado para mí a Judá, empuño como arco a Efraín; lanzo a los hijos de Sión contra los hijos de Yaván; te empuñaré como espada de héroe. El Señor aparecerá sobre ellos, su flecha saldrá como rayo; el Señor Dios tocará el cuerno, avanzará entre tormentas de bochorno. El Señor del universo los protegerá».
En Maitines
Mt 21,1-11;15-17: En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jerusalén y llegaron a Betfagé, en el monte de los Olivos, envió a dos discípulos diciéndoles: «Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida una borrica atada con su pollino, los desatáis y me los traéis. Si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto». Esto ocurrió para que se cumpliese lo dicho por medio del profeta: «Decid a la hija de Sión: “Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en una borrica, en un pollino, hijo de acémila”». Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. La multitud alfombró el camino con sus mantos; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!». Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad se sobresaltó preguntando: «¿Quién es este?». La multitud contestaba: «Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea». Pero los sumos sacerdotes y los escribas, al ver los milagros que había hecho y a los niños que gritaban en el templo «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron y le dijeron: «¿Oyes lo que dicen estos?». Y Jesús les respondió: «Sí; ¿no habéis leído nunca: “De la boca de los pequeñuelos y de los niños de pecho sacaré una alabanza”?». Y dejándolos salió de la ciudad, a Betania, donde pasó la noche.
En la Liturgia
Flp 4,4-9: Hermanos, alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Jn 12,1-18: Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?». Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando. Jesús dijo: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis». Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús. Al día siguiente, la gran multitud de gente que había venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramos de palmeras y salieron a su encuentro gritando: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel». Encontrando Jesús un pollino montó sobre él, como está escrito: «No temas, hija de Sión; he aquí que viene tu Rey, sentado sobre un pollino de asna». Estas cosas no las comprendieron sus discípulos al principio, pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que esto estaba escrito acerca de él y que así lo habían hecho para con él. Entre la gente que daba testimonio se encontraban los que habían estado con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos. Por esto, también le salió al encuentro la muchedumbre porque habían oído que él había hecho este signo.
Fuente: Arquidiócesis de Santiago y Todo Chile / lexorandies.blogspot.com / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española