Nuestro Venerable Padre Paísio (del gr. "Όσιος Παΐσιος", [Osios Paísios]) el Grande ("ο Μέγας", [o Mégas]) y Portador de Dios ("θεοφόρος", [Zeofóros]) era de la aldea de Shansa en Egipto y nació en el año 320 d.C. Sus padres eran cristianos y distribuían generosas limosnas a todos los necesitados. Era el menor de siete hermanos, de constitución débil y frágil.
Después de la muerte de su padre, su madre vio a un ángel en una visión que le decía: "El Señor te dice: Dame a uno de tus hijos para que me sirva". Ella respondió: "Señor, toma a quien quieras". El ángel tomó la mano de Paísio, que era delgado y de cuerpo frágil. Su madre le dijo al ángel: "Mi Señor, toma a uno que sea fuerte para servir al Señor". "Este es el que el Señor ha elegido", respondió el ángel.
A la edad de veinte años, Paísio fue al desierto de Escete y se convirtió en monje de la mano de San Pambo, quien también ordenó a Abá Juan el Enano, el futuro biógrafo de San Paísio. Renunciando a su voluntad, Paísio vivió bajo la guía espiritual de Abá Pambo, llevando a cabo todas las tareas que le eran encomendadas con humildad y obediencia. El Anciano le dijo que un nuevo monje sobre todo necesitaba cuidar la vista para proteger sus sentidos de la tentación. Paísio, siguiendo esa instrucción, estuvo tres años con los ojos mirando hacia abajo. También llegó a comprender el gran valor del ayuno para la vida espiritual. Al principio no comía nada durante una semana, luego dos semanas. A veces, después de participar de los Santos Misterios de Cristo, sobrevivía sin comer durante setenta días.
Cuando Abá Pambo murió, Paísio se adentró en el desierto de Nitria en busca de la soledad. Allí vivió en una cueva esculpida por sus propias manos. Al Santo se le concedió una visión maravillosa: el Señor Jesucristo le reveló que, a través de sus esfuerzos, el desierto de Nitria sería habitado por ascetas. Le preguntó al Señor de dónde obtendrían las necesidades para la vida en el desierto los monjes. El Señor le dijo que, si cumplían con todos Sus mandamientos, Él mismo proveería todas sus necesidades y los libraría de las tentaciones demoníacas y del engaño.
Paísio fue guiado por un ángel al sitio del actual Monasterio de San Bishoy (Paísio), donde vivió la vida de un ermitaño. En ese momento se convirtió en padre espiritual de muchos monjes que se reunieron a su alrededor.
Era famoso por su amor, sabiduría, sencillez y amabilidad, así como por su vida extremadamente ascética. También se sabía que amaba el aislamiento y la tranquilidad. El ascetismo de Paísio fue severo hasta el punto de atarse el cabello y las manos con una cuerda al techo de su celda, para resistir el sueño durante sus oraciones nocturnas. Este ascetismo lo hizo tan famoso que fue visitado por San Efrén el Sirio. Con el tiempo se estableció un monasterio. La regla más importante de Abá Paísio era que nadie haría nada por su propia voluntad, sino que en todas las cosas cumpliría la voluntad de sus mayores.
Se cree que Paísio vio al Señor Jesús Cristo varias veces. Una vez, un viejo monje le pidió que lo ayudara a escalar una montaña, así que Paísio lo cargó sobre sus hombros y subió, descubriendo que el viejo monje era nada más y nada menos que el Señor mismo. Este último le dijo que, por su amor, su cuerpo no vería la corrupción.
También se dice que San Paísio vio a Jesucristo en su monasterio. Cuando los hermanos de Paísio se enteraron de que Jesús venía, se reunieron para poder verlo. Anteriormente, hubo un anciano que le pidió a estos monjes que lo ayudaran en su camino, pero no le hicieron caso. Cuando San Paísio vio al anciano, lo ayudó a regresar a su habitación. Él lavaba habitualmente los pies del viejo hombre. El anciano entonces se le apareció como nuestro Señor Jesús.
El emperador Constantino y el profeta Jeremías se le aparecieron en visiones. En una de esas visiones, el emperador Constantino le dijo: "Si hubiera sabido cuán grande es el honor de los monjes, hubiera abandonado mi reino y me hubiera convertido en monje". Paísio le dijo: "¿Has desterrado el culto pagano y exaltado al Cristianismo, y Cristo no te ha dado nada?". El emperador Constantino le respondió: "El Señor me ha dado muchos regalos, pero ninguno de ellos es como el honor de los monjes".
Debido a que su tranquilidad estaba siendo perturbada por mucha gente, el Santo se retiró a otra cueva más lejana. Una vez fue trasladado a un monasterio paradisíaco y participó de la comida divina inmaterial.
Después de sus esfuerzos ascéticos para la salvación, el Señor le otorgó a Su Santo el don de la presciencia y la curación de las almas de los hombres.
Uno de sus discípulos, con la bendición del Santo, fue a vender su artesanía en Egipto. En el camino se encontró con un judío que le dijo al monje de mente simple que Cristo el Salvador no era el Mesías y que vendría otro Mesías. Confundido, el monje dijo: "Tal vez lo que dices es cierto", pero no atribuyó ningún significado particular a sus palabras. Cuando regresó, vio que Abá Paísio no le admitía la entrada y le preguntó la razón de su enojo. El santo dijo: “Mi discípulo era cristiano. Tú no eres un cristiano, porque la gracia del bautismo se ha apartado de ti ”. El monje se arrepintió con lágrimas y pidió que se le perdonara su pecado. Solo entonces el santo anciano oró y le pidió al Señor que perdonara al monje.
Paísio es conocido como defensor de la Ortodoxia contra las herejías.
Habiendo oído hablar de un asceta en la montaña de Ansena que enseñaba que no había Espíritu Santo, Paísio se acercó a él llevando una cesta tejida con tres asas. Cuando el anciano le preguntó la razón por la que hizo tres asas en la cesta, Paísio respondió: "Tengo una Trinidad y todo lo que hago es como la Trinidad". Después de mucho debate sobre las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, el antiguo asceta volvió a la Ortodoxia.
Un monje, por iniciativa propia, abandonó el desierto y se mudó cerca de una ciudad. Allí tuvo encuentros con una mujer que odiaba y blasfemaba a Cristo Salvador. Bajo su influencia, él no solo abandonó el monasterio, sino que también despreció la fe en Cristo, y finalmente alcanzó un estado de total incredulidad. Una vez, a través de la bendita Providencia de Dios, los monjes de Nitria llegaron a visitarle. Al verlos, el pecador recordó su propia vida anterior y les pidió a los monjes que le pidieran a San Paísio que orara por él al Señor. Al escuchar la solicitud, el Santo oró fervientemente y su oración fue escuchada. El Señor, apareciéndose a Su Santo, prometió perdonar al pecador. Pronto la seductora compañera del monje murió, y él regresó al desierto donde, llorando y angustiado por sus pecados, comenzó a dedicarse a actos de arrepentimiento.
San Paísio se distinguió por su gran humildad y realizó grandes luchas ascéticas de ayuno y oración, pero los ocultó a los demás en la medida de lo posible. Cuando los monjes le preguntaron qué virtud es la más alta de todas, el Santo respondió: "Las que se hacen en secreto y de las que nadie sabe".
En 407/408 d.C., cuando los bereberes invadieron el desierto de Escete, Paísio se fue y habitó en la montaña de Ansena. En ese momento conoció a San Pablo de Tammah en Antinópolis y los dos se hicieron muy buenos amigos. En la montaña de Ansena Paísio construyó otro monasterio, el Monasterio de San Bishoy en Dayr al-Barsha, que todavía se encuentra hoy cerca de Mallawi.
Paísio descansó en paz en 417 y fue enterrado por los monjes. Después de un tiempo, sus reliquias fueron trasladadas por San Isidoro de Pelusio a su propio monasterio y colocadas junto a las reliquias de su amigo San Pablo de Tammah. Hoy en día los dos cuerpos se encuentran en la iglesia principal del Monasterio Copto de San Bishoy, en el Desierto Nitriano. Testigos presenciales relatan que el cuerpo de San Paísio permanece en un estado incorruptible hasta el día de hoy. Actualmente hay tres monasterios en Egipto que llevan el nombre de San Bishoy: el Monasterio de San Bishoy en el Desierto Nitriano, el Monasterio de San Bishoy en Deir el-Bersha, cerca de Mallawi, y el monasterio de San Bishoy en Armant, al este de Armant.
Fuente: laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
Adaptación propia