30/08 - Alejandro, Juan y Pablo el Nuevo, Patriarcas de Constantinopla


SAN ALEJANDRO


San Alejandro era, como dicen, "brillante en el carisma apostólico". Fue obispo vicario durante el tiempo de San Teófanes, el primer Patriarca de Constantinopla. Desde el principio de su trayectoria como servidor de la Iglesia se distinguió por su gran devoción, virtud y bondad.


Debido a la avanzada edad del entonces Patriarca Metrófanes, Alejandro fue el que lo sustituyó en el Primer Concilio Ecuménico como representante suyo, celebrado en Nicea de Bitinia. Y cuando en este sínodo denunció a Arrio, Alejandro, ya con 70 años de edad, aceptó dirigirse a Tracia, Macedonia, Tesalia y al resto de Grecia para enseñar y comunicar las doctrinas correctas del Sínodo de Nicea. Pero mientras estaba en esta misión, el patriarca Metrófanes falleció (313-327). Al morir dejó instrucciones en su testamento de que se eligiera a Alejandro al trono de Constantinopla, porque, a pesar de su edad, tenía los conocimientos adecuados para el gobierno de la arzobispado de la capital.


Como Patriarca, Alejandro afrontó correctamente las difíciles circunstancias de su tiempo. Tuvo que lidiar principalmente con los arrianos y con los paganos. Una vez, en una disputa con un filósofo pagano, el Santo le dijo: «En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, te ordeno que te calles». Y el pagano de pronto enmudeció. Cuando él hizo señales de reconocer sus errores y afirmar la exactitud de la doctrina cristiana, de repente volvió a hablar y creyó en Cristo junto con muchos otros filósofos paganos. Los fieles se alegraron de esto, glorificando a Dios, que había dado tal poder a su Santo.


El hereje Arrio engañó al rey Constantino con que supuestamente su creencia era correcta. Arrio había sido admitido, al parecer, a entrar en comunión con los ortodoxos. Cuando el emperador le preguntó si creía en lo que los Padres de Nicea enseñaban, puso la mano sobre el pecho donde había ocultado hábilmente bajo su ropa un documento con su propio credo falso escrito por el mismo, titulado "esto es lo que creo". San Constantino, sin darse cuenta de la maldad engañosa de Arrio, estableció un día para recibirlo en la Iglesia. Y el rey ordenó a Alejandro que permitiera que los Arrianos participaran en la Divina Comunión. Alejandro , lamentándose, durante toda la noche oró a Dios y le pidió su ayuda, rogándole que no permitiera que este hereje fuese recibido en comunión con la Iglesia. Por la mañana Arrio se presentó triunfante en la Iglesia rodeado de consejeros imperiales y soldados, pero el juicio divino le alcanzó. Parando para atender a sus necesidades fisiológicas, sus entrañas estallaron y murió en su propia sangre y suciedad, al igual que Judas.


Su santidad el Patriarca Alejandro, después de haber trabajado mucho, murió en el año 340 a la edad de 98 años. Después, San Gregorio el Teólogo lo mencionó en un elogio al pueblo de Constantinopla.


El servicio a San Alejandro fue impreso en Venecia en el año 1771. Según algunos manuscritos antiguos, San Alejandro debería ser conmemorado el 2 de Junio. 


SAN JUAN «EL ESCOLÁSTICO»


Patriarca de Constantinopla (Juan III, 565-77), autor de una importante colección de leyes eclesiásticas; nació en Sirmis cerca de Antioquía; murió en 577.


Hay poco que decir de su vida. Había sido abogado antes de su ordenación como sacerdote en el patriarcado antioqueno. Fue enviado como legado (apocrisiario) por su patriarca a Constantinopla en el reinado de Justiniano I (527-65). En 565 Eutiquio I de Constantinopla fue depuesto y Juan le sucedió. Cuando Juan murió en 577, Eutiquio fue reinstalado.


Antes de su elevación al patriarcado Juan ya había hecho una colección de cánones. Estas colecciones ya se usaban antes de su época; al principio los decretos de los sínodos más importantes se juntaban en una colección suelta, tal como el “Codex canonum” usado por el Concilio de Calcedonia (451). Desde el siglo V estas colecciones habían aumentado, y por fin se hicieron intentos de reponer el orden meramente cronológico por uno sistemático. De tales arreglos sistemáticos, el de Juan Escolástico fue, si no absolutamente el primero, al menos el primero de alguna importancia. Entre los años 540 y 560 él hizo lo que llamó Synagogy kanonon. El Papa San Nicolás I (858-67), escribiendo a Focio, alude a él como “Concordia canonum.” La obra contenía cincuenta títulos, cada uno con los cánones concernientes al tema del título. Por ejemplo, el primer título es: “Del honor hacia los patriarcas ordenado por los cánones.” Esto es establecido por los cánones VII y VI de Primer Concilio de Nicea, por el canon II del Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla y el canon VIII del Concilio de Éfeso. En conjunto el compilador cita los cánones apostólicos, aquéllos de diez sínodos y sesenta y ocho cánones de las segunda y tercera cartas de San Basilioa Anfiloquio. Es el primer intento de recopilar cánones extraídos de las cartas de los Padres. La primera edición contiene 377 cánones, ordenados bajo cincuenta títulos. Después que se convirtió en patriarca, Juan III amplió su colección a sesenta títulos, y le añadió ochenta y siete capítulos del “Novellae” de Justiniano. Hacia fines del siglo VI otro autor le añadió veinticinco capítulos más tomados del Codex y del “Novellae,” respecto a leyes civiles que afectan los asuntos de la Iglesia De este modo la colección creció hasta que finalmente se convirtió en el “Nomocanon” de Focio.



SAN PABLO EL NUEVO


San Pablo el Nuevo, chipriota de nacimiento, se convirtió en patriarca de Constantinopla (780-784) durante el reinado del emperador iconoclasta León IV el Jázaro (775-780), y era un hombre virtuoso y piadoso, pero tímido. Al ver el martirio que soportaban los ortodoxos por los iconos sagrados, el santo ocultó su ortodoxia y se asoció con los iconoclastas.


Después de la muerte del emperador León, quiso restaurar la veneración de los iconos, pero no fue capaz de lograrlo, ya que los iconoclastas aún eran bastante poderosos. El santo se dio cuenta de que no estaba en su poder guiar al rebaño, por lo que abandonó el trono patriarcal y se dirigió en secreto al monasterio de San Floro, donde recibió el esquema monacal.


Se arrepintió de su silencio y asociación con los iconoclastas y habló de la necesidad de convocar el Séptimo Concilio Ecuménico para condenar la herejía Iconoclasta. Siguiendo su consejo, San Tarasio fue elegido para el trono patriarcal. En ese momento, era un prominente consejero imperial. El santo durmió en el Señor en el año 804.



Fuente: laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com

Adaptación propia