Antes de empezar cualquier trabajo
Oh Señor, bendice.
O bien:
Oh Señor Jesucristo, Hijo unigénito de tu Padre increado, tú dijiste con tus purísimos labios: “Sin mí no podéis hacer nada”. Señor mío, ¡oh Señor!, hago mías por la fe tus palabras y me postro ante tu bondad; ayúdame a mí, pecador, a completar mediante ti mismo este trabajo que estoy a punto de comenzar, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Al terminar cualquier trabajo
Gloria a ti, oh Señor.
O bien:
Tú eres la plenitud de todas las cosas buenas, oh Cristo mío; llena mi alma de gozo y alegría y sálvame, pues solo tú estás lleno de piedad.
Antes del estudio
¡Oh Rey Celestial, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todas partes y todo lo llenas, tesoro de bien y dispensador de vida! Ven y habita en nosotros y purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas, oh Bondadoso.
O bien:
¡Oh Dios buenísimo! Envía sobre nosotros la gracia de tu Santo Espíritu, que reparte sus dones y fortalece las potencias de nuestras almas, para que, atendiendo a la enseñanza que se nos imparte, crezcamos para tu gloria, Creador nuestro, para bien de nuestros padres y al servicio de la Iglesia y de nuestra patria.
Después del estudio
Es justo en verdad magnificarte, oh Deípara, siempre bienaventurada e inmaculada Madre de nuestro Dios, más honorable que los querubines e incomparablemente más gloriosa que los serafines. Tú, que sin mancilla diste a luz al Verbo Dios, eres verdaderamente la Madre de Dios; a ti te engrandecemos.
O bien:
Te damos gracias, oh Creador, porque nos has concedido tu gracia para atender a la instrucción. Bendice a nuestros dirigentes, padres e instructores, que nos llevan al conocimiento del bien, y danos poder y fuerza para continuar con el estudio.
Antes del desayuno, comida y cena
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy, y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del maligno.
O bien:
Los ojos de todos se dirigen a ti llenos de esperanza, y tú les alimentas a su debido tiempo. Tú abres la mano y llenas a toda criatura con tu favor.
Después del desayuno, comida y cena
Te damos gracias, oh Cristo nuestro Dios, porque nos has satisfecho con tus dones terrenales. No nos prives de tu reino celestial; antes bien, así como anduviste entre tus discípulos, oh Salvador, y les diste paz, ven y sálvanos a nosotros.