Domingo posterior a la Natividad


Aunque el relato de San Mateo puede dejar la impresión de que la huida a Egipto fue casi inmediata, habría sido por lo menos cuarenta días después del nacimiento de Cristo, después de su presentación en el Templo (Lucas cap. 2).


Cristo, su Santísima Madre y su padre adoptivo San José probablemente permanecieron en Egipto durante varios años, hasta la muerte de Herodes el Grande.


Nikolai Velimirovic relata la siguiente historia: la sagrada familia, huyendo a Egipto, fueron abordados por los ladrones, uno de los cuales, al ver al Niño Jesús fue sorprendido por su belleza sobrenatural y les dijo: "Si Dios fuera a tomar carne humana para sí mismo, no sería más hermoso que este niño!' . El ladrón le dijo a sus compañeros que no tomen nada de la familia. En agradecimiento la Madre de Dios le dijo 'este niño te recompensará ricamente por haberlo librado hoy.' Treinta años más tarde fue este ladrón que fue crucificado a la diestra de Cristo, y se le concedió a escuchar las palabras "Hoy estarás conmigo en el paraíso."


LECTURAS


Gál 1,11-19: Hermanos, os hago saber que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; pues yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. Porque habéis oído hablar de mi pasada conducta en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y aventajaba en el judaísmo a muchos de mi edad y de mi raza como defensor muy celoso de las tradiciones de mis antepasados. Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, se dignó revelar a su Hijo en mí para que lo anunciara entre los gentiles, no consulté con hombres ni subí a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, sino que, enseguida, me fui a Arabia, y volví a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y permanecí quince días con él. De los otros apóstoles no vi a ninguno, sino a Santiago, el hermano del Señor.


Mt 2,13-23: En aquel tiempo, cuando los magos se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no viven». Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño». Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría nazareno.



Fuente: iglesiaortodoxaserbiasca.org / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española