29/07 - El Santo Mártir Calínico


El Santo Mártir Calínico era oriundo de Cilicia y desde su infancia fue criado en la Fe Cristiana.


Calínico se sentía muy preocupado por las personas mal guiadas y confundidas por la reverencia y adoración a los ídolos, y temía que perecieran para siempre por adorar a los ídolos paganos, por lo que viajó por muchas ciudades y aldeas proclamando a Jesucristo, y gracias a sus enseñanzas y a la palabra de Dios el Santo logró convertir a muchos de los paganos al Cristianismo.


En la ciudad de Ancira, en Galacia, el Santo confesor fue arrestado y llevado a juicio bajo el gobernador Sacerdón quien era un feroz perseguidor de los Cristianos. El gobernador amenazó al Santo con torturas y la muerte y le exigió que ofreciera sacrificios a los ídolos, pero el Santo sin ningún temor le declaroó que no le temía al martirio, ya que todos los creyentes en Cristo reciben de Él la fuerza en las pruebas y por Él se hereda la vida eterna cuando llega la muerte.


Golpearon cruelmente al Santo con correas de bueyes y le desgarraron la piel con ganchos de hierro, pero él lo soportó todo con paciencia y con calma, lo cual causó más ira aún en Sacerdón, que entonces ordenó que le pusieran unas sandalias en los pies con clavos bien afilados y lo llevaran a latigazos hasta la ciudad de Gangra, donde será incinerado.


La trayectoria del Santo fue dolorosa, y los soldados que lo acompañaban se sentían débiles por la sed; desesperados, le imploraron al Santo que le rezara a su Señor para que les enviara agua. El Santo, sintiendo pena y compasión por sus torturadores, y con la ayuda de Dios, logró que un manantial de agua brotara de una piedra milagrosamente. Los asombrados soldados se llenaron de compasión por el que los había rescatado y hasta quisieron darle la libertad, pero por miedo a ser ejecutados continuaron la marcha con el mártir hasta Gangra, donde San Calínico con alegría le dio gracias al Señor, quien le concedió la corona del martirio, entrando en el ardiente fuego y entregando su alma a Dios. Su cuerpo se mantuvo ileso y fue sepultado con reverencia por creyentes.


LECTURAS


Rom 8,28-39: Hermanos, sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio. Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó. Después de esto, ¿qué diremos? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?; como está escrito: Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza. Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.



Fuente: Misión Juan Clímaco