11/07 - La Alabadísima Olga, Isoapóstol, Princesa de Kiev


Se venera a santa Olga junto con su nieto, san Vladimiro, como a las primicias del cristianismo en la Rus. El monje Jacobo, con la grandilocuencia característica del siglo XI, los llama «nueva Elena y nuevo Constantino, iguales a los Apóstoles», y hasta la actualidad prevaleció en la tradición rusa llamar a Olga y a su nieto con ese título de «Equiapostólicos». Tanto Olga como Vladimiro eran bárbaros y crueles antes de su conversión. Santa Olga, famosa por su sabiduría y sobriedad, se convirtió en su juventud en esposa de Ígor, Gran Príncipe de Kiev, que reinó en el siglo X. El príncipe Igor, de Kiev, esposo de la santa, murió asesinado. Para vengarle, Olga mandó dar muerte a los asesinos en calderos de agua hirviente y acabó, por medio de la traición, con centenares de sus partidarios. Tras la muerte de su esposo, ella misma gobernó de manera muy hábil.


Según la tradición popular, Olga fue la primera persona que recibió el bautismo en Rusia. Se cree que el bautismo de santa Olga tuvo lugar en Constantinopla, hacia el año 957. El Emperador, al ver su belleza exterior y su grandeza interior, le pidió que se casara con él. Ella replicó que no podía hacerlo antes de recibir el Bautismo y le pidió que fuera su padrino, a lo que él accedió. Después de bautizarse (recibiendo el nombre de Elena), el Emperador le repitió su propuesta de matrimonio, pero ella respondió que ahora era su padre mediante el Santo Bautismo y que ni siquiera entre los paganos era lícito que un padre se casara con su hija. El Emperador comprendió finalmente que Elena había sido más astuta que él y la envió de vuelta a su tierra con sacerdotes, textos sagrados y santos iconos.


Según el cronista, Olga, después de su conversión, «siguió a nuestro Señor Dios en todas sus obras bondadosas, iluminándose con ellas, vistiendo a los desnudos, saciando a los sedientos y calmando a los peregrinos, a los indigentes, a las viudas y a los huérfanos, compadeciéndose de todos y entregando a todos lo que les era necesario, con serenidad y con amor en su corazón». 


La santa representa, en cierto sentido, el elemento germánico de la evangelización de Rusia, ya que alrededor del año 959 pidió al emperador Otón I que enviase misioneros «a la tierra de Kiev»; pero la misión de san Adalberto de Magdeburgo fracasó: la santa no consiguió que su hijo Esviatoslao se convirtiese al cristianismo; no obstante, aunque este permaneció pagano, Olga/Elena plantó la semilla de la fe en su nieto Vladimiro (ver el 15 de julio). A instancias de su madre, el príncipe respondía, no sin cierta «razón de Estado»: «Si me convierto a una religión extranjera, mis súbditos se reirán de mí», recién con Vladimiro la religión cristiana hará entrada firme en el estado ruso.


Santa Olga murió a edad muy avanzada, el año 969. Su nieto Vladimiro, que tenía apenas seis años cuando murió su abuela, hizo abrir su sepulcro y se encontró el cuerpo incorrupto, y lo hizo trasladar a la iglesia de Desiatina.



Fuente: goarch.org / eltestigofiel.org

Traducción del inglés y adaptación propias