03/12 - El Santo Profeta Sofonías


Profeta hebreo, el noveno de los profetas menores, autor del bíblico Libro de Sofonías. Contemporáneo de Josías y de Jeremías, anunció en su libro la ruina del reino de Judá por su corrupción e idolatría, que Dios había de castigar en el Día de Yahvé, y el advenimiento de un nuevo reino basado en la humildad (los pobres de Yahvé).


Sofonías, cuyo nombre significa "el Señor lo protege", perteneció al parecer a la tribu de Judá y era de estirpe real, pues el primer versículo de su libro cita entre sus antepasados a cierto Ezequías, que muy probablemente debe identificarse con el rey de este mismo nombre. Vivió en tiempos del rey Josías y fue por lo tanto contemporáneo de Jeremías (siglo VII a. de C.), pero nada se puede saber de sus relaciones.


Dado que en su libro no hace referencia al monarca, sino a los "nobles y príncipes reales" (So 1,8), se cree que podría haber desarrollado su actividad profética en tiempos del consejo real que gobernó durante la minoría de edad del rey Josías, el cual fue elegido rey a los ocho años. En tal caso habría presenciado los reinados de Manasés (689-642 a.C) y de Amón (642-639 a.C.), reinados que, desde el punto de vista espiritual, representan una época de las más sombrías dentro de la dinastía davídica. Aunque con toda probabilidad Sofonías ya había muerto cuando Josías emprendió la reforma religiosa, es del todo cierto que su profecía ayudó a poner los fundamentos de dicho despertar religioso.


Ubicado en noveno lugar dentro de los libros de los profetas menores, el Libro de Sofonías, que verosímilmente resume los puntos más salientes de sus predicaciones, es orgánico y muy conexo. Los dos primeros capítulos anuncian los castigos de Judá (I) y de todas las naciones paganas (II). También el tercero clama contra Jerusalem, pero contiene palabras de esperanza y promesas de salvación para los tiempos mesiánicos. El mensaje de Sofonías se resume en el anuncio del Día de Yahvé, una catástrofe que alcanzará a Judá y a todas las naciones. Siguiendo las huellas de la profecía tradicional, Sofonías denuncia los pecados de la sociedad de la época, especialmente el orgullo, del cual nace la incredulidad, la falta de confianza, la rebelión y la perfidia. Todos ellos conducen a la idolatría y a los pecados contra el prójimo. Señala también a los verdaderos culpables: en la sociedad civil, los ministros y los príncipes, los jueces y los comerciantes; y en el ámbito religioso, los sacerdotes y los falsos profetas. Esos pecados serán la causa del Día de Yahvé, en el que la ira de Dios caerá sobre los hombres y hará justicia en la tierra. Pero de esa ira escaparán los humildes, los pobres; es decir, aquellos que hayan sido fieles a la confianza en Dios, a la moral y a la esperanza.


El estilo del Libro de Sofonías es muy fluido y enérgico, si bien le falta originalidad y está sobrecargado de reminiscencias y pasajes tomados en préstamo a los profetas anteriores. Las profecías de Sofonías no tuvieron mucha influencia fuera de su tiempo; sólo una vez son citadas en el Nuevo Testamento (Mateo 13:41). Pero la descripción del Día de Yahvé inspiró la de Joel y, ya en la Edad Media, el célebre himno latino Dies irae (El día de la ira). Además del libro bíblico, a Sofonías se le atribuye un apócrifo sólo conocido por las citas de Clemente Alejandrino y por unos fragmentos coptos.


LECTURAS


Rom 10,11-21;11,1-2: Hermanos, dice la Escritura: Nadie que crea en él quedará confundido. En efecto, no hay distinción entre judío y griego, porque uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan, pues todo el que invoque el nombre del Señor será salvo. Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?; ¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie? y ¿cómo anunciarán si no los envían? Según está escrito: ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien! Pero no todos han prestado oídos al Evangelio. Pues Isaías afirma: Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje? Así, pues, la fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de la palabra de Cristo. Pero digo yo: ¿Es que no lo han oído? Todo lo contrario: A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los confines del orbe sus palabras. Pero digo yo: ¿Es que Israel no comprendió? Moisés es el primero que afirma: Os daré celos con uno que no es pueblo, os provocaré con un pueblo insensato. Isaías por su parte se atreve a decir: Fui hallado entre los que no me buscaban; me hice manifiesto a los que no preguntaban por mí. Y a Israel le dice: Todo el día he extendido mi mano a un pueblo incrédulo y rebelde. Y digo yo: ¿Acaso habrá desechado Dios a su pueblo? De ningún modo: que también yo soy israelita, de la descendencia de Abrahán, de la tribu de Benjamín. Dios no ha rechazado a su pueblo, al que había elegido de antemano.



Fuente: biografiasyvidas.com