Miércoles de la XXVI Semana


1 Tim 1,18-20;2,8-15: Hijo, Timoteo, te confío este encargo, de acuerdo con las profecías pronunciadas anteriormente acerca de ti, para que, apoyado en ellas, combatas el noble combate, conservando la fe y la buena conciencia. Algunos se desentendieron de esta y naufragaron en la fe; entre ellos están Himeneo y Alejandro, a quienes he entregado a Satanás para que aprendan a no blasfemar. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, alzando unas manos limpias, sin ira ni divisiones; de igual modo, las mujeres convenientemente vestidas, arregladas con decencia y modestia; no con peinados de trenzas y oro o perlas, ni con ropa costosa, sino como conviene a mujeres que profesan la piedad mediante las buenas obras. Que la mujer aprenda sosegadamente y con toda sumisión. No consiento que la mujer enseñe ni que domine sobre el varón, sino que permanezca sosegada. Pues primero fue formado Adán; después, Eva. Además, Adán no fue engañado; en cambio, la mujer, habiendo sido engañada, incurrió en transgresión, aunque se salvará por la maternidad, si permanece en la fe, el amor y la santidad, junto con la modestia.



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española