10/02 - Hieromártir Caralampio


Las actas martiriales narran que en el tiempos del emperador Severo había un sacerdote cristiano de nombre Caralampio que enseñaba la doctrina de Cristo y despreciaba a los dioses romanos. Enterados de esto, los romanos hicieron comparecer a Caralampio e intentaron que renunciara a su fe cristiana y adorara a los dioses con sacrificios. Ante la negativa de san Caralampio ordenaron que le azotaran con garfios de hierro, dándose vuelta Caralampio agradeció a sus verdugos el haberle renovado el cuerpo y el espíritu con los azotes. Los verdugos sorprendidos vieron que a pesar de haberle azotado, la piel de Caralampio permanecía intacta y que al golpearle se sentía tan dura como el hierro. Los dos verdugos, de nombre Porfirio y Bapto, ante esto decidieron convertirse al cristianismo y posteriormente también murieron mártires. El capitán Lucio indignado por la torpeza de los verdugos pensó que se trataba de artes de magia del anciano y el mismo decidió asestar contra él un golpe, pero al momento sus manos se separaron de los codos quedando totalmente inútiles. El presidente Luciano al ver esto muy molesto se levantó de su silla y escupió el rostro de Caralampio, y al momento se le torció la cabeza. Ante tales signos todos tuvieron miedo y pidieron perdón a san Caralampio el cual oró por sus captores y todos quedaron sanos y decidieron posteriormente bautizarse. Caralampio seguía obrando milagros curando enfermos y resucitando muertos.


Ante las noticias de lo sucedido con Caralampio el emperador hizo que trecientos soldados le apresaran y le llevaran a Antioquía. Al llegar los soldados apresaron al santo y le clavaron clavos por todo el cuerpo y lo ataron de las largas barbas y le hicieron que caminase de esa forma. dice la leyenda que pasó un caballo el cual le habló a los soldados, amonestándolos por llevar de esa forma a Caralampio y no reconocer que con él estaba Dios. A pesar de este prodigio los soldados continuaron en su camino. Se narra que el mismo demonio tomó forma de un viejo y se presentó ante el César para acusar a Caralampio de ser un mago. El César ordenó que Caralampio fue quemado vivo y a fuego lento, la concubina del emperador tomó un manojo de ceniza caliente y la arrojó en la cabeza del santo. Pero al ser llevado san Caralampio ante las llamas estas se apagaron al instante y los verdugos se desmayaron; ante todo esto el emprador hizo traer a un hombre que se encontraba poseído y ordenó a Caralampio que lo curase. El demonio al verse frente a Caralampio pidió perdón a este, y a la orden del santo el hombre quedo liberado. De la misma manera hicieron traer el cadáver de un joven que tenía tres días de muerto y Caralampio lo resucitó al instante, haciendo que el César reconociera lo grande que era el Dios de los cristianos. Desgraciadamente el emperador fue aconsejado por un tal Crispo que se deshiciera de Caralampio con el pretexto de que no era más que un poderoso mago, por lo que intentaron una vez más obligar a Caralampio a sacrificar a los dioses y ante la negativa de este le hicieron andar sobre teas encendidas pero no dañaron en absoluto al santo sino al contrario dañaron a setenta soldados.


Ante estos portentos san Caralampio logró la conversión de la hija del emperador santa Galena y ante esto el emperador lo condenó a morir decapitado, pero estando a punto de recibir el golpe en el cuello se abrieron los cielos y se escuchó una voz que decía: “Ven Caralampio, amigo mío, que has padecido tanto por mi nombre: ven y pídeme lo que quieras, que yo lo concederé”. San Caralampio agradeció a Dios por tal gracia y le pidió que donde depositasen sus reliquias o celebrasen su memoria, no hubiese hambre, ni peste, ni aire contagioso y que en cualquier lugar en donde se conservase la memoria de su martirio, librara Dios a los cristianos y a los animales de todo mal. La voz le respondió: “Hágase como lo has pedido, mi generoso atleta”, y al momento sin que el cuello de san Caralampio fuera tocado por la espada murió al instante, a la edad de 113 años.


El culto a San Caralampio en especial movido por su tradición tuvo gran fuerza durante los siglos XVIII y XIX. En Portugal y Galicia se le venera en algunos sitios. En México, específicamente en la población de Comitán de Domínguez, Chiapas, existe actualmente un fuerte culto por este santo, ya que se cuenta que en el siglo XIX llegó un soldado algunos dicen que proveniente de Cuba, otros que de Guatemala, que traía consigo una novena de san Caralampio y que un hombre de nombre Raymundo Solís que habitaba en el barrio en el que actualmente se levanta el templo del santo se la compró. Mandó a hacer una imagen a Guatemala que fuera similar a la de la novena. Siendo el pueblo atacado por una terrible peste, toda la gente se moría. A excepción de la casa del señor Raymundo todas las casas habían sido infectadas, y ante esto coincidieron que se debía a la intercesión de San Caralampio por lo que el pueblo entero decidió llevar en procesión la imagen del santo prometiéndole celebrar su fiesta anualmente con lo que al poco tiempo cesó la peste en Comitán y de esta forma inició su culto.


Lic. André Efrén Ordóñez


LECTURAS


En Vísperas


Is 43,9-14: Así dice el Señor: «Que todas las naciones se congreguen y todos los pueblos se reúnan. ¿Quién de entre ellos podría anunciar esto, o proclamar los hechos antiguos? Que presenten sus testigos para justificarse, que los oigan y digan: es verdad. Vosotros sois mis testigos —oráculo del Señor—, y también mi siervo, al que yo escogí, para que sepáis y creáis y comprendáis que yo soy Dios. Antes de mí no había sido formado ningún dios, ni lo habrá después. Yo, yo soy el Señor, fuera de mí no hay salvador. Yo lo anuncié y os salvé; lo anuncié y no hubo entre vosotros dios extranjero. Vosotros sois mis testigos —oráculo del Señor—: yo soy Dios. Lo soy desde siempre, y nadie se puede liberar de mi mano. Lo que yo hago ¿quién podría deshacerlo? Esto dice el Señor, vuestro libertador, el Santo de Israel».


Sab 3,1-9: La vida de los justos está en manos de Dios, y ningún tormento los alcanzará. Los insensatos pensaban que habían muerto, y consideraban su tránsito como una desgracia, y su salida de entre nosotros, una ruina, pero ellos están en paz. Aunque la gente pensaba que cumplían una pena, su esperanza estaba llena de inmortalidad. Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes bienes, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de él. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como sacrificio de holocausto. En el día del juicio resplandecerán y se propagarán como chispas en un rastrojo. Gobernarán naciones, someterán pueblos y el Señor reinará sobre ellos eternamente. Los que confían en él comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque la gracia y la misericordia son para sus devotos y la protección para sus elegidos.


Sab 5,15-6,3: Los justos viven eternamente, encuentran su recompensa en el Señor y el Altísimo cuida de ellos. Por eso recibirán de manos del Señor la magnífica corona real y la hermosa diadema, pues con su diestra los protegerá y con su brazo los escudará. Tomará la armadura de su celo y armará a la creación para vengarse de sus enemigos. Vestirá la coraza de la justicia, se pondrá como yelmo un juicio sincero; tomará por escudo su santidad invencible, afilará como espada su ira inexorable y el universo peleará a su lado contra los necios. Certeras parten ráfagas de rayos; desde las nubes como arco bien tenso, vuelan hacia el blanco. Una catapulta lanzará un furioso pedrisco; las aguas del mar se embravecerán contra ellos, los ríos los anegarán sin piedad. Se levantará contra ellos un viento impetuoso que los aventará como huracán. Así la iniquidad asolará toda la tierra y la maldad derrocará los tronos de los poderosos. Escuchad, reyes, y entended; aprended, gobernantes de los confines de la tierra. Prestad atención, los que domináis multitudes y os sentís orgullosos de tener muchos súbditos: el poder os viene del Señor y la soberanía del Altísimo.


En Maitines


Lc 21,12-19: Dijo el Señor a sus discípulos: «Sabed que os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».


En la Liturgia


2 Tim 2,1-10: Hijo, Timoteo, hazte fuerte en la gracia de Cristo Jesús, y lo que has oído de mí, a través de muchos testigos, esto mismo confíalo a hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otros. Toma parte en los padecimientos como buen soldado de Cristo Jesús. Nadie, mientras sirve en el ejército, se enreda en las normales ocupaciones de la vida; así agrada al que lo alistó en sus filas. Tampoco el atleta recibe la corona si no lucha conforme a las reglas. El labrador que se afana con fatiga tiene que ser el primero en participar de los frutos. Reflexiona lo que digo, pues el Señor te dará inteligencia para que lo comprendas todo. Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.


Jn 15,17-27;16,1-2: Dijo el Señor a sus discípulos: «Esto os mando: que os améis unos a otros. Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió. Si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa de su pecado. El que me odia a mí, odia también a mi Padre. Si yo no hubiera hecho en medio de ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado, pero ahora las han visto y me han odiado a mí y a mi Padre, para que se cumpla la palabra escrita en su ley: “Me han odiado sin motivo”. Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios».



Fuente: preguntasantoral / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española