En la Hora Sexta
Jl 2,12-26: Oráculo del Señor: «Convertíos a mí de todo corazón, con ayunos, llantos y lamentos; rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro Dios, un Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del castigo. ¡Quién sabe si cambiará y se arrepentirá dejando tras de sí la bendición, ofrenda y libación para el Señor, vuestro Dios! Tocad la trompeta en Sión, proclamad un ayuno santo, convocad a la asamblea, reunid a la gente, santificad a la comunidad, llamad a los ancianos; congregad a los muchachos y a los niños de pecho; salga el esposo de la alcoba y la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, servidores del Señor, y digan: Ten compasión de tu pueblo, Señor; no entregues tu heredad al oprobio ni a las burlas de los pueblos. ¿Por qué van a decir las gentes: “Dónde está su Dios”? Entonces se encendió el celo de Dios por su tierra y perdonó a su pueblo; le respondió diciendo: Voy a enviaros grano, mosto y aceite hasta hartaros. Ya no os entregaré más al escarnio de los pueblos. Alejaré de vosotros al enemigo del norte; lo expulsaré a una tierra yerma y desolada; la vanguardia, hacia el mar de Oriente, la retaguardia, hacia el mar de Poniente. Se extenderá su fetidez, se esparcirá su hedor, porque el Señor ha hecho cosas grandes. No temas, tierra; goza y alégrate, porque el Señor se engrandece por su acción. No temáis fieras del campo, pues florecen las dehesas, y los árboles dan su producto, la higuera y la viña dan su fruto. Hijos de Sion, gozaos y alegraos en el Señor vuestro Dios, pues os da la lluvia temprana en su momento, y os envía el agua: la temprana y la de primavera en el primer mes. Se llenarán las eras de grano, los lagares rebosarán de mosto y aceite. Les daré el doble del bienestar que se llevó el saltón, la caballeta, el saltamontes y la langosta, mi gran ejército que envié contra ellos. Comeréis y os hartaréis, y alabaréis el nombre del Señor vuestro Dios, que actuó con vosotros con tantas maravillas. Y mi pueblo no tendrá que avergonzarse nunca más».
En Vísperas
Jl 4,12-21: Así dice el Señor: «Que se movilicen y suban las naciones al valle de Josafat, pues allá voy a plantar mi trono para juzgar a todos los pueblos de alrededor. Echad la hoz, pues la mies está madura; venid a pisar la uva, que el lagar está repleto y las cubas rebosan. ¡Tan enorme es su maldad! ¡Muchedumbres, muchedumbres en el valle de Josafat! Pues se acerca el Día del Señor en el valle de la Decisión. Se oscurecerán el sol y la luna, y las estrellas perderán su brillo. El Señor ruge en Sion y da voces en Jerusalén; temblarán cielos y tierra. Pero el Señor es abrigo para su pueblo, refugio para los hijos de Israel. Sabréis que yo soy el Señor, vuestro Dios que vive en Sion, mi santo monte. Jerusalén será santa y los extranjeros no pasarán más por ella. Aquel día las montañas chorrearán vino nuevo, las colinas rezumarán leche y todos los torrentes de Judá bajarán rebosantes. Y brotará una fuente de la casa del Señor que regará el valle de Sitín. Egipto será una desolación y Edón un desierto solitario, por la violencia ejercida contra Judá, cuya sangre inocente derramaron en su país. Judá será habitada para siempre y Jerusalén de generación en generación. Vengaré su sangre, no quedará impune. El Señor vive en Sion».
Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española