Oraciones matutinas (tradición eslava)


Tras despertar del sueño, y antes de empezar cualquier obra, levántate reveréntemente de tu lecho, considerando que estás en presencia del Dios que todo lo ve y, tras hacer la señal de la cruz, ora así:


En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Luego permanece en silencio hasta que se tranquilicen todos tus sentidos y tus pensamientos se aparten de todas las cosas mundanas, e inclínate tres veces diciendo:


Oh Dios, ten piedad de mí, pecador.


Oh Señor Jesucristo, Hijo de Dios, por las oraciones de tu purísima Madre y de todos los santos, ten piedad de nosotros.


Gloria a ti, Dios nuestro, gloria a ti.


¡Oh Rey Celestial, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todas partes y todo lo llenas, tesoro de bien y dispensador de vida! Ven y habita en nosotros y purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas, oh Bondadoso.


Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3 veces).


Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Oh Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Oh Señor, perdona nuestros pecados. Oh Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santo, visita y sana nuestras dolencias por amor a tu nombre.


Señor, ten piedad (3 veces).


Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy, y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del maligno.


Troparios


Al levantarnos acudimos a ti, oh Bondadoso, y te entonamos, oh Omnipotente, el himno angelical: Santo, Santo, Santo eres tú, oh Dios; por la Madre de Dios, ten piedad de nosotros.


Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.


Del lecho y del sueño me levantaste, Señor. Ilumina mi espíritu y mi corazón y abre mis labios para que te alabe, oh Santa Trinidad, diciéndote: Santo, Santo, Santo eres tú, oh Dios, por la intercesión de la Madre de Dios, ten piedad de nosotros.


Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


El supremo juez vendrá de improviso y las obras de cada uno serán descubiertas; por eso, en medio de la noche te invocamos con temor. Santo, Santo, Santo eres tú, oh Dios. Por tu Santa Madre, ten piedad de nosotros.


Señor, ten piedad (12 veces).


Oración de San Basilio el Grande, a la Santísima Trinidad


Al levantarme te doy gracias, oh Santísima Trinidad, por no haber desencadenado tu ira contra mí, pecador e indolente, en mérito de tu bondad e infinita paciencia, y por no haberme hecho perecer junto a mis iniquidades, sino que, usando de tu habitual misericordia, me has levantado de mi letargo para que pueda desde el alba glorificar tu grandeza. Y ahora, Señor, ilumina mi inteligencia, abre mis labios para instruirme con tus palabras, comprender tus mandamientos, hacer tu voluntad y alabarte confesándote en mi corazón y glorificar tu santísimo nombre, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Venid, adoremos a Dios, nuestro rey.

Venid, adoremos y postrémonos ante Cristo, nuestro rey y Dios.

Venid, adoremos y postrémonos ante el mismo Cristo, nuestro rey y Dios.


Salmo 50


¡Ten piedad de mí, oh, Dios, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. Por eso, será justa tu sentencia y tu juicio será irreprochable; yo soy culpable desde que nací; pecador me concibió mi madre. Tú amas la sinceridad del corazón y me enseñas la sabiduría en mi interior. Purifícame con el hisopo y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve. Anúnciame el gozo y la alegría: que se alegren los huesos quebrantados. Aparta tu vista de mis pecados y borra todas mis culpas. Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga: yo enseñaré tu camino a los impíos y los pecadores volverán a ti. ¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío, y mi lengua anunciará tu justicia! Abre mis labios, Señor, y mi boca proclamará tu alabanza. Los sacrificios no te satisfacen; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas: mi sacrificio es un espíritu contrito, tú no desprecias el corazón contrito y humillado. Trata bien a Sion por tu bondad; reconstruye los muros de Jerusalén. Entonces aceptarás los sacrificios rituales –las oblaciones y los holocaustos– y se ofrecerán novillos en tu altar.


El Credo


Creo en un solo Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.


Oración 1ª, de San Macario el Grande


Oh Dios, purifícame a mí, pecador, pues no he hecho nunca nada bueno en tu presencia; líbrame del malvado, y que tu voluntad se haga en mí, para que yo pueda abrir mis labios indignos sin condenación y alabar el santo nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Oración 2ª, del mismo santo


Al despertar de mi sueño, te ofrezco, oh Salvador, el cantar de medianoche, y me prosterno diciéndote: concédeme no dormirme para morir en pecado; antes bien, apiádate de mí, oh tú, que fuiste voluntariamente crucificado y te apresuras a levantarme a mí, que estoy postrado, rendido por la pereza, y me salvas por la oración e intercesión; y después del sueño de la noche, bendíceme con un día inmaculado y sálvame, oh Cristo Dios.


Oración 3ª, del mismo santo


Al despertar de mi sueño me acerco precipitadamente a ti, oh Soberano, amante de la humanidad, y por tu bondad me esfuerzo por cumplir tu obra, y te suplico: ayúdame siempre en todo y líbrame de todo lo malo del mundo; del demonio que me apura sálvame, y llévame a tu Reino eterno. Porque tú eres mi creador, el dador y proveedor de todo lo bueno, y toda mi esperanza está en ti; yo te alabo ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Oración 4ª, del mismo santo


Oh Señor, que me has hecho la gracia de tu gran bondad y de tu gran compasión a mí, que soy tu servidor, para que pase el transcurso de esta noche sin la tentación de ningún mal antagónico, soberano y creador de todo. Por tu verdadera luz y con el corazón iluminado concédeme hacer tu voluntad ahora y siempre y por los siglos de siglos. Amén.


Oración 5ª, de San Basilio el Grande


Todopoderoso Señor, Dios de los poderes y de toda criatura, que vives en lo más alto y miras a los humildes, que escudriñas nuestros corazones y afectos y sabes de antemano los secretos de los hombres; eterna e imperecedera luz, en quien no hay cambio ni sombras de variación; oh, rey inmortal, recibe nuestras plegarias: te las ofrecemos con labios impuros, confiando en tus innumerables bendiciones. Perdónanos todos los pecados cometidos de pensamiento, palabra u obra, consciente o inconscientemente, y purifícanos de toda corrupción de la carne y del espíritu. Concédenos pasar la noche de la presente vida con el corazón alerta y el pensamiento cuerdo, aguardando siempre el advenimiento del día radiante de la aparición de tu engendrado Hijo único, nuestro Señor y Dios y salvador, Jesucristo, cuando el juez de todos ha de venir en gloria a juzgar a cada uno de acuerdo con sus obras. Ojalá no nos encuentre caídos en pecado ni ociosos, sino despiertos y alertas para la acción, listos para acompañarlo en el divino palacio de sus bienaventuranzas, donde se oye el incesante sonido de los que aceptan el festín y el inefable placer de los que contemplan la inexpresable belleza de su rostro. Porque tú eres la verdadera luz, que iluminas y santificas a todos, y toda la creación te canta por los siglos de los siglos. Amén.


Oración 6ª, del mismo santo


Te bendecimos, oh altísimo Dios y Señor de la misericordia, que estás siempre realizando cosas innumerables, grandes, inescrutables, gloriosas y maravillosas con nosotros; que nos permites dormir para tregua de nuestras debilidades y reposo de los agobios de nuestra fatigadísima carne. Te agradecemos que no nos hayas destruido por nuestros pecados sino que, por el contrario, nos hayas amado como siempre y, aunque estemos sumidos en la desesperación, nos has levantado para alabar tu poder. Por eso imploramos que en tu incomparable bondad ilumines los ojos de nuestra comprensión y eleves nuestras mentes del pesado sueño de la indolencia; que abras nuestras bocas y las colmes con tus alabanzas para que seamos capaces, sin distraernos, de cantarte y confesarnos a ti, que eres Dios glorificado en todo y por todos, el Padre eterno, con tu engendrado Hijo único y tu absolutamente santificador y bueno y vivificante Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Oración 7ª, a la Santísima Deípara


De tu gracia canto, oh Señora soberana, y te ruego que embellezcas mi mente con tu gracia. Enséñame a caminar por la senda de los mandamientos de Cristo. Fortaléceme para despertar en cantos de alabanza y aparta de mí el sueño del desconsuelo. ¡Oh Esposa de Dios! Por tus oraciones libérame, pues me atan las ataduras del pecado. Guárdame de noche y de día y líbrame de los enemigos que me vencen. ¡Oh Madre de Dios, el dador de vida! Vivifícame a mí, muerto por mis pasiones. ¡Oh tú, que diste a luz a la Luz que no se apaga! Ilumina mi alma cegada. ¡Oh palacio maravilloso del Maestro! Haz que sea morada del Espíritu Santo. ¡Oh tú, que diste a luz al Sanador! Sana las perennes pasiones de mi alma. Guíame por el camino del arrepentimiento, porque me encuentro varado en las tormentas de la vida. Líbrame del fuego eterno, y del gusano maligno y del Tártaro. Que no me vea expuesto al regocijo de los demonios, culpable como soy de muchos pecados. Renuévame a mí, envejecido por mis pecados sin sentido, ¡oh Inmaculada! Preséntame libre de tormentos y ruega por mí ante el maestro de todo. Consérvame para que halle los gozos del cielo con todos los santos. ¡Oh Virgen santísima! Escucha la voz de este siervo tuyo inútil. Dame torrentes de lágrimas, ¡oh Purísima!, para limpiar mi alma de la impureza. Te ofrezco incesantemente los lamentos de mi corazón. Lucha por mí, ¡oh Señora soberana! Acepta mis súplicas y ofréceselas al Dios compasivo. ¡Oh tú, que estás por encima de los ángeles! Elévame sobre la confusión de este mundo. ¡Oh tabernáculo celestial portador de luz! Dirige la gracia del Espíritu en mí. En tu alabanza alzo mis manos y mis labios, aunque están manchados por la impureza, ¡oh Inmaculada! Líbrame de los males que corrompen el alma e intercede fervientemente ante Cristo, a quien se debe todo honor y adoración, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Oración 8ª, a nuestro Señor Jesucristo


Misericordiosísimo y clementísimo Dios mío, Señor Jesucristo, por tu gran amor descendiste y asumiste la naturaleza humana para salvarnos a todos; de nuevo, oh Salvador, sálvame por tu gracia, te lo suplico, pues, si tú me salvaras por mis obras, no sería gracia ni don, sino más bien un deber. En realidad, en tu infinita compasión e indecible misericordia, tú, Cristo mío, has dicho: “Quienquiera que crea en mí vivirá y nunca morirá”. Si la fe en ti salva a los desesperados, sálvame, pues tú eres mi Dios y creador. Atribúyelo a mi fe en vez de a mis obras, oh Dios mío, porque no encontrarás obras que pudieran justificarme, pero ojalá mi fe compense todas mis obras; ojalá que baste y se me absuelva, y ojalá me haga partícipe de tu gloria eterna, y ojalá que Satán no me coja, palabra de Dios, y se jacte de que me ha separado de tu mano y de tu rebaño. Oh Cristo, mi Salvador, quiéralo yo o no, sálvame. Apresúrate, rápido, rápido, pues perezco. Tú eres mi Dios desde las entrañas de mi madre. Concédeme, oh Dios que te ame ahora como una vez amé el pecado, y también que trabaje para ti sin pereza, como trabajé antes para el engañoso Satán. Primordialmente trabajaré para ti, mi señor y Dios Jesucristo, todos los días de mi vida, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.


Oración 9ª, al Santo Ángel Custodio


Oh Ángel santo, intercede por mi alma despreciable y por mi vida apasionada. No me abandones ni me evadas por mi intemperancia. No des lugar a que el demonio insidioso me domine a causa de la violencia de mi cuerpo mortal. Fortalece mi pobre y débil mano y guíame por el camino de la salvación. Oh Ángel Santo de Dios, guardián y protector de mi cuerpo y alma miserables, perdóname todos los insultos que te he dirigido todos los días de mi vida y todos los pecados que pueda haber cometido durante la pasada noche. Protégeme durante el presente día y escúdame de toda tentación del enemigo para que no desaire a Dios por ningún pecado. Y ruega al Señor por mí para que me fortalezca en su temor y me haga su esclavo, digno de su bondad. Amén.


Oración 10ª, a la Santísima Virgen Deípara


Mi santísima soberana, Deípara [Madre de Dios], que tus santas y omnipotentes oraciones destierren de mí, tu humilde y despreciable siervo, el abatimiento, el olvido, la insensatez, la negligencia y todos los pensamientos impuros, malignos e impíos de mi miserable corazón y de mi ofuscada mente. Y extingue la llama de mis pasiones, pues soy pobre y desdichado, y redímeme de mis numerosos y crueles recuerdos y actos, y líbrame de todos sus nocivos efectos; pues bendita eres tú por todas las generaciones, y glorificado sea tu muy honorable nombre por los siglos de los siglos. Amén.


Oración por la salvación del pueblo hispano


¡Oh Señor Jesucristo, Dios nuestro! Perdona nuestras iniquidades. Por las intercesiones de tu purísima Madre salva al sufriente pueblo hispano del yugo de la impiedad y haz que recupere su antigua fe. Amén.


Invocación a Nuestro Santo Patrón


Ruega por mí, S./Sta. N., pues con devoción acudo a ti, rápido/a asistente e intercesor/a de mi alma.


Canto a la Virgen


¡Oh Virgen Deípara! Alégrate, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, porque diste a luz al salvador de nuestras almas.


Tropario a la Cruz


Salva, Señor, a tu pueblo y bendice a tu heredad, dando a los cristianos ortodoxos la victoria sobre tus enemigos y guardando al mundo con tu cruz.


Luego ofrece una breve oración por la salud y la salvación de tu padre espiritual, tus padres, tus parientes, las autoridades, benefactores, conocidos, enfermos y afligidos. Y, si es posible, lee esta conmemoración:


Por los vivos


Concédenos, Señor Jesucristo, Dios nuestro, tus eternas misericordias y bondades, por las cuales te hiciste hombre y te dignaste sufrir la crucifixión y muerte por nuestra salvación, y resucitaste de entre los muertos, subiste al cielo y te sentaste a la diestra de Dios Padre. Acepta las humildes súplicas de los que te invocan con todo su corazón. Inclina tu oído y escucha la plegaria de tu indigno siervo, que te ofrezco como agradable perfume espiritual por todo tu pueblo. En primer lugar acuérdate de tu Iglesia Santa, Católica y Apostólica, que adquiriste por tu preciosa sangre; confírmala y fortalécela, defiéndela y multiplícala, pacifícala y consérvala a fin de que las puertas del infierno no prevalezcan sobre ella. Apacigua las disensiones de las iglesias, calma el furor de los paganos y destruye y arranca prontamente los gérmenes de las herejías y suprímelas por la virtud de tu Santo Espíritu. Prostración.


Salva, Señor, y ten misericordia de nuestro rey y del presidente del Gobierno y de todos nuestros gobernantes; concédenos la paz, danos fuerza contra los enemigos y adversarios e inspira a nuestro gobierno a favor de tu Santa Iglesia y de todo tu pueblo a fin de que gocemos pacíficamente de una vida tranquila y serena en la verdadera fe, en piedad y pureza. Prostración.


Salva, Señor, y ten misericordia de nuestro patriarca N., y de nuestro (arz)obispo N., y de todos los santos patriarcas, metropolitanos, arzobispos y obispos ortodoxos; de los sacerdotes y diáconos y de todos los clérigos que has puesto para apacentar tu grey espiritual, y mediante sus oraciones ten piedad y sálvame a mí, pecador. Prostración.


Salva, Señor, y ten misericordia de mi padre espiritual N., y mediante sus santas oraciones perdona mis pecados. Prostración.


Salva, Señor, y ten misericordia de mis padres NN., de mis hermanos NN., hermanas NN., y de todos mis parientes según la carne, y de todos mis amigos, y concédeles tus bendiciones en esta vida y en el siglo venidero. Prostración.


Salva, Señor, y ten misericordia de los ancianos y de los jóvenes, de los pobres, de los huérfanos, de las viudas y de los que se encuentran enfermos y afligidos, en desgracia e infortunio, en privación y en cautiverio, en la cárcel y destierro, y muy especialmente de aquellos que por causa de ti y por la fe ortodoxa son perseguidos por los apóstatas y los herejes; acuérdate de ellos, visítalos, fortalécelos, confórtalos y concédeles remisión, libertad y sosiego. Prostración.


Salva, Señor, por tu misericordia a aquellos de nuestros padres y hermanos que han sido enviados por tu servicio y que se encuentran viajando, y a todos los cristianos ortodoxos. Prostración.


Salva, Señor, y ten misericordia de los que me odian y me injurian y me hacen daño, y no permitas que perezcan por mi culpa, pues soy pecador. Prostración.


Ilumina con la luz de tu conocimiento a todos aquellos que se han separado de la fe ortodoxa y están cegados por peligrosas herejías, y únelos a tu Santa Iglesia Católica y Apostólica. Prostración.


Por los difuntos


Acuérdate, Señor, de todos aquellos que han partido de la presente vida, de todos los reyes ortodoxos, de los piadosos gobernantes, de los santos patriarcas, metropolitanos, arzobispos y obispos ortodoxos, de todos los que te han servido en el orden sacerdotal y monástico y de todo tu pueblo, y concédeles reposo con los santos en tus eternas moradas. Prostración.


Acuérdate, Señor, de las almas de tus siervos difuntos NN. y de todos mis parientes según la carne, y perdónales todos sus pecados voluntarios e involuntarios, concediéndoles el reino y la comunión de tus eternas bendiciones y el goce de tu vida infinita y bienaventurada. Prostración.


Acuérdate, Señor, de todos nuestros padres y hermanos que han dormido en la esperanza de la resurrección y de la vida eterna, y de todos los cristianos ortodoxos que reposan aquí y en todo lugar, y concédeles descanso con tus santos, allí donde brilla la luz de tu rostro, y ten piedad de nosotros, porque eres bueno y amas al hombre. Prostración.


Concede, Señor, remisión de pecados a todos nuestros padres y hermanos que han muerto en la fe y en la esperanza de la resurrección, y concédeles memoria eterna. Prostración.


Oración final


Es justo en verdad magnificarte, oh Deípara, siempre bienaventurada e inmaculada Madre de nuestro Dios, más honorable que los querubines e incomparablemente más gloriosa que los serafines. Tú, que sin mancilla diste a luz al Verbo Dios, eres verdaderamente la Madre de Dios; a ti te engrandecemos.


Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Señor, ten piedad (3 veces).


Bendice, Señor. Y la despedida.


Oh, Señor Jesucristo, Hijo de Dios, por las oraciones de tu purísima Madre, de nuestros santos padres teóforos y de todos los santos, ten piedad de nosotros. Amén.