Col 2,13-20: Hermanos, a vosotros, que estabais muertos por vuestros pecados y la incircuncisión de vuestra carne, Cristo os vivificó con él. Canceló la nota de cargo que nos condenaba con sus cláusulas contrarias a nosotros; la quitó de en medio, clavándola en la cruz, y, destituyendo por medio de Cristo a las Potestades y los Principados, los exhibió en público espectáculo, y los llevó cautivos en su cortejo. Así pues, que nadie os juzgue sobre lo que coméis o bebéis, ni por fiestas, lunas nuevas o sábados. Eso era sombra de lo que tenía que venir; la realidad es Cristo. Que no os descalifique nadie que se recrea vanamente en cultos de ángeles, o se enfrasca en sus visiones, engreído sin razón por su mente carnal; en lugar de mantenerse unido a la cabeza, de la cual todo el cuerpo, a través de las junturas y tendones, recibe alimento y cohesión, y crece como Dios le hace crecer. Si habéis muerto con Cristo a los elementos del mundo, ¿por qué os sometéis a los dictados de los que viven según el mundo?
Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española