Miércoles de la XXV Semana


2 Tes 2,1-12: Hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el día del Señor estuviera encima. Que nadie en modo alguno os engañe. Primero tiene que llegar la apostasía y manifestarse el hombre de la impiedad, el hijo de la perdición, el que se enfrenta y se pone por encima de todo lo que se llama Dios o es objeto de culto, hasta instalarse en el templo de Dios, proclamándose él mismo Dios. ¿No recordáis que, estando aún con vosotros, os hablaba de esto? Sabéis lo que ahora lo retiene, para que se manifieste a su debido tiempo. Porque el misterio de la iniquidad está ya en acción; apenas se quite de en medio el que por el momento lo retiene, entonces se manifestará el impío, a quien el Señor Jesús destruirá con el soplo de su boca y aniquilará con su venida majestuosa. La venida del impío tendrá lugar, por obra de Satanás, con ostentación de poder, con señales y prodigios falsos, y con todo tipo de maldad para los que se pierden, contra aquellos que no han aceptado el amor de la verdad que los habría salvado. Por eso, Dios les manda un poder seductor, que los incita a creer la mentira; así, todos los que no creyeron en la verdad y aprobaron la injusticia, recibirán sentencia condenatoria.



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española